AVISO

Hola, cómo va. Seguramente habrán notado que hace varios días (más de diez) no actualizo el blog, algo raro si tenemos en cuenta que venía subiendo textos bastante seguido. La cuestión que es que hace algún tiempo que venimos tramando con el amigo Villarino y algunas personas más la idea de empezar un sitio de crítica de cine, que esté dedicado sobre todo a los estrenos pero que también tenga lugar para otras cosas, como discos, libros, cómic, etc. Después de varios días de pruebas y correcciones, y aunque todavía falta pulir varias cosas, ya puedo decir que el sitio está listo para ser visitado. Acá les dejo el link:

www.cinemarama.wordpress.com

Por ahora tengo pensado dedicarme de lleno a este nuevo proyecto, aunque voy a tratar de actualizar de forma esporádica Cine Mifune.

Los esperamos en el nuevo Cinemarama.

Saludos a todos.

jueves, 8 de mayo de 2008

La familia Savage (The Savages - Estados Unidos - 2007)

Dirección: Tamara Jenkins
Guión: Tamara Jenkins
Intérpretes: Laura Linney, Philip Seymour Hoffman, Philip Bosco, Peter Friedman, David Zayas
Música: Stephen Trask
Duración: 117 minutos









Alta suciedad. Los conflictos de una película (bah, de una historia) pueden surgir, muy a grandes rasgos, de dos maneras: por lo que los personajes son o por lo que hacen. Del primer ejemplo tenemos: Rambo (el personaje no puede evitar ser cómo es después de haber pasado por el ejército y Vietnam), El hombre Elefante, las películas viejas de Adam Sandler y gran parte de la obra de Tim Burton. El conflicto está dado de antemano para los personajes porque su forma de ser ya es conflictiva para la sociedad en la que se mueven. Es decir, que estas películas siempre tienen un hálito de tragedia. Del otro caso podemos citar ejemplos incontables, desde Perros de la calle, pasando por Miami Vice, El halcón Maltés y llegar hasta El nacimiento de una nación. Se trata de películas en las que los conflictos los disparan siempre los personajes, de una u otra forma. Son historias más dinámicas narrativamente, porque los conflictos no están establecidos desde un principio sino que son los personajes los que los generan. Optar por construir una historia con conflictos de uno u otro tipo no supone a priori un problema, pero cuando una película es tan cretina como La familia Savage, esa decisión sí se vuelve problemática.


Algo me hace desconfiar de la película de Tamara Jenkins. No me cierra su redondez, su pulcritud, esa falsa mugre calculadamente higiénica, lo bastante limpia como para no incomodar a nadie. Pareciera que hay una voluntad de lo sucio, en el sentido de que se urga en conflictos personales íntimos, se habla de temas complejos desde un lugar obscenamente naturalista y con un ánimo simplificador que asusta, y cuando se puede se alude a cosas escatológicas siempre de forma chocante. Pero detrás de esa suciedad impostada de la historia hay otra suciedad más complicada, más grave, y es el regodeo que propone la película sobre sus personajes excéntricos, elitistas y fracasados. A juzgar por el tono de bronca y saña de la película, pareciera que a sus personajes se los está castigando por algo. ¿Por qué puede ser? ¿Por ser cultos? ¿Por no participar de una familia tradicional? ¿Por ser de clase media? Estos atributos, que de por sí no implican nada positivo o negativo, en la película tienen un aire como de falta, de pecado irreparable. Por ejemplo, Jon (Philip Seymour Hoffman) y Wendy (Laura Linney), que son hermanos, juegan al tenis: obviamente hablan más tiempo del que juegan (son intelectuales, o sea, que para Jenkins no entienden nada de deportes), y cuando empiezan a jugar Jon se lesiona casi sin moverse. Este momento me parece ejemplar: al desprecio que la película siente por sus personajes (ver cómo pelotean y charlan a la vez) se le suma ese castigo arbitrario de la lesión, que pareciera descender directamente de la pluma de la guionista (la propia Jenkins), que le va a dejar el camino libre a la película para reírse físicamente de Jon los próximos cinco minutos. Lo mismo pasa, aunque de manera más grosera, con el personaje de Wendy: después de pedir una beca al Guggenheim para continuar con su obra de teatro “subversiva” (como la llama ella) Wendy recibe una notificación de la institución, pero nunca sabemos cuál es la respuesta concreta. Mientras tanto, Wendy le dice a Jon que consiguió la beca; su seguridad es tal que es muy difícil no creerle al personaje. Más tarde, cerca del final de la película, Jon va a descubrir (y nosotros junto con él) que Wendy nunca consiguió la beca, sino que mintió solamente para poder rivalizar momentáneamente con el éxito académico de su hermano, que está preparando un libro sobre Bertolt Brecht. Si la película nos hubiese revelado el fracaso de Wendy desde un principio nos haría partícipes de su conflicto en lugar de intentar golpearnos con esa información repentina; es que el patetismo del personaje queda potenciado de esa forma. Otra jugada sucia de la película. Otra de tantas.


La familia Savage está plagada de momentos como estos: de fracasos, mentiras y sufrimientos que bordean el patetismo pero siempre pintados con frialdad y sumo cuidado, con un tono bien aséptico, limpito. Y me cuesta entender a una película que en el fondo propone regodearse constantemente en el fracaso de los personajes; personajes que parecieran estar sufriendo más por lo que son que por lo que hacen, como si se respirara todo el tiempo una culpa por pertenecer a una determinada clase e instituciones y por no formar parte de otras, como la familia, al menos en términos clásicos. Y retomando el principio del texto, en La familia Savage los personajes no hacen nada para que les pase lo que les pasa (la película trata de forzar un poco una cierta idea de culpa por haberlo abandonado al padre), todo les pasa porque sí, sin motivo ni explicación a la vista. Y ahí es cuando empieza a hacer ruido el hecho de “lo que son”: gente de clase media, intelectuales, nada familiares, perdedores, etc. Cuando se toma conciencia que los personajes no hacen nada para sufrir lo que sufren es que empieza a aparecer el conflicto de tipo "por lo que son”, y que una película señale con el dedo a sus personajes por ser todo lo que decíamos antes, y se sirva de eso para atacarlos y burlarse, es por lo menos bajo y bastante imbécil. Que un director o guionista desprecie a sus personajes vaya y pase (el Casanova de Fellini, por ejemplo) pero lo que hace Tamara Jenkins (que en este caso es directora y guionista) es lamentable; no sólo no respeta ni entiende a sus personajes, sino que se ríe de ellos y los culpa por ser ellos mismos. Y acá cobra un poco más de sentido lo que decíamos antes acerca del tono de la película: esa construcción calculada, milimétrica, que todo el tiempo apuesta por una suciedad higiénica y que no mancha; en resumen, ese tono hipócrita y cretino que colma la puesta en escena, se condice bastante con la moral de la película.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Este post me dió muchas ganas de ver la película.

El Criticon dijo...

Je, no se si eso habla bien o mal de mi texto...

Anónimo dijo...

Del texto no digo nada, quizá podramos discutir tu interpretación de la película, pero como siempre me pongo a discutir sobre películas que no ví, esta vez primero veo la peli y después en todo caso me pongo los botines, o no...

Anónimo dijo...

Sigo metiendo en la llaga:

http://invenciblevulnavia.blogspot.com/2008/05/los-hijos-de-fierro.html

El Criticon dijo...

Ah, pero esto de postear a links a textos que están mejor escritos que los míos es inaudito.

Comparto algunas cosas, en especial lo de la Academia, pero la película me sigue pareciendo un embole.

Ezequiel Villarino dijo...

Leí lo de Trerotola. Me pareció muy acertado. De hecho, dejé un comment en su blog.

Pude ver Iron Man y no me gustó demasiado; tiene momentos agradables y muy bien elaborados (la pelea final fue lo que más me deslumbró del film). Sin embargo, me hizo acordar al Facundo de Sarmiento. Lo que más me molestó es su discurso o más bien ese necesario sacrificio del "otro" (sí, hablemos de "otredad") para que el protagonista aprenda. "No desperdicies tu vida" dice el "otro" que, en cierto aspecto, es tan civilizado como Stark y se diferencia así del resto de los "otros" (los cavernícolas que no saben hablar inglés -ah, hay uno, y es el jefe porque habla el idioma de la civilización, lógicamente-).

Ya sabemos, el desierto es el lugar de los bárbaros; y de frases como "Bárbaros, las ideas no se matan" se nutren los iluminados. Y bastante iluminado es este Stark, porque tiene ideas que hacen que los "moradores de las cavernas" se vean y obren como los indígenas Sarmientinos (ni siquiera son gauchos malos, porque el desierto y la ignorancia absoluta los guía con total ausencia de algún tipo de ciencia vulgar).

Claro, en la contienda civilización vs barbarie está presente EEUU y su poderío militar. Y como Stark y su gente son irresponsables distribuyendo la iluminación sobre la barbarie, las armas caen en manos equivocadas. Por supuesto, el hombre aprende y actúa: Favreau hace del hombre de acero la perfecta máquina justiciera.
Contradiciendo a Despósito (que decía que este tipo de películas deben no deben ser tomadas en serio), yo me tomo muy en serio este film; porque las escenas de humor (con gags y slapstick incluídos)sirven como mecanismo para reducir la evidente y mediocre recurrencia de caer en discursos baratos y escenas lacrimógenas de telenovela (el momento del sacrificio del "otro bueno" -el resto de los "otros" son malos-, sirve de ejemplo).

En cuanto al comic: Favreau hace lo que hizo Raimi, hibridiza (qué lindo término) ambos universos marvelianos en el film, juntando rasgos narrativos y descriptivos del universo 616 y el Ultimate.
Y este Anthony es el del universo Ultimate, no hay dudas: un playboy que vive a mil pero que después aprende la lección. Aquí también hay otro problema: el Stark del comic no aprende al ver a otra pesona sacrificarse por él; sino que su conflicto interno lo impulsa a reflexionar a diario (tumor cerebral o problemas cardíacos, sea el universo que sea). El lugar común que impone el film sobre la reflexión del personaje en el momento de la muerte de aquel que lo salva, me parece una de las peores escenas del año.

Y sí, Robert Downey Jr (un actor inmenso) rescata por completo a la película. Por otro lado, me pregunto: ¿cuándo va a dirigir Mark Millar?; con lo que hace en los comics, merece un espacio ya mismo dentro del cine. Total, con tantos directores como estos dando vueltas...

Una confesión: me quedo con Los 4 Fantásticos y Silver Surfer antes que con Iron Man. Por lo menos allí, el humor no tiene el objetivo de enmascarar momentos obscenos y discutibles. Hay que ver cómo festeja cierta crítica al ver a Robert comer una hamburguesa remarcando "graciosamente" y con total autoconciencia el american way of life ante todo (es lo primero que Stark quiere hacer); y cómo, por otra parte, se condena al bailoteo de Mr. Fantástico en la segunda entrega de Los Cuatro Fantásticos. Pero a no confundir: no hay mirada crítica en la película de Favreau, sino reafirmación de una ideología.
En los comics también, claro. De hecho, The Ultimates 1 y 2 pueden llegar a ser extremadamente discutibles. Pero al menos Millar no esconde nada; y por momentos, se coloca en una posición tremendamente crítica. Claro, el señor es escocés.

Un momento, ahora que me doy cuenta... ¿éste no es el post sobre Iron Man, no?
Sayounara!!!
EV

El Criticon dijo...

Jej, Ezequiel, como siempre tan profuso a la hora de hablar de comics.

De lo que decís no estoy del todo de acuerdo con lo de los "bárbaros"; después de todo, la película se encarga de dejar bien en claro que es el socio de Stark el que mantiene activos a grupos paramilitares como el que secuestra a Robert Downey. Sí, es evidente que hay barbarie en ese lugar, pero también lo es el responsable. En eso, ideológicamente la película me parece bastante ubicada. Sin embargo, y corregime si me equivoco, todo el episodio de Medio Oriente está agregado por la película, no pertenece a nungún comic del personaje, y eso sí me hace un poco de ruido. Las películas americanas, reaccionarias como Transformers o ligeramente progresistas como Iron Man, se vuelcan cada vez más a Medio Oriente como escenario, y eso me suena constantemente a artilugio fácil para darle actualidad a una historia.

Y otra cosa: me parece que el Stark de Ultimates era un personaje mucho más autoritario y pragmático, bastante alejado en ese sentido y mucho menos interesante que el personaje de la película. Y coincido en que la película se sostiene exclusivamente por Robert Downey.

Y sí, quizás también la película podría haber prescindido de algunas dosis de drama que sobrecargan demasiado la historia.

Saludos.

Ezequiel Villarino dijo...

Casualmente por eso que decís son más bárbaros aún (la barbarie de ciertos pueblos sostenida como ignorancia es lo que más me molestó de la película).
Lo de medio oriente y el intervencionismo de las fuerzas militares de los EEUU en otros territorios se trata muchísimo en The Ultimates (sobre todo en la segunda parte); por ende no sería muy novedoso en el film de Iron Man. Pero sí me molesta cómo se trata el tema en la película.
A mi me parece mucho más interesante el personaje de Stark en el comic de Millar (un personajes que se mantiene fiel a su estilo de vida como se ve en el final de The Ultimates 2).
Por otro lado, no lo veo autoritario en ese comic (sí es autoritario el del universo 616 -y más después de Civil War-).
En fin, una supuesta película "divertida"...
Sayounara!