La tercera y última parte de la títanica crítica sobre El sueño de Cassandra, la última película de Woody Allen, en la que el autor diserta sobre"lo inglés" (aunque ni él sabe bien a qué se refiere), la interpretación, un plano final, las maneras de hablar, Stephen King y el sentido de la crítica.
Tercera parte. Britanismo impúdico. Históricamente hay una tendencia un poco fácil a ensalzar un conjunto de rasgos y comportamientos artísticos, éticos y culturales y apretujarlos todos en la categoría nada clara de “lo inglés”. Bastante más difícil de explicar de lo que parece, “lo inglés” es aparentemente (y digo aparentemente porque no adscribo para nada a esta idea, aunque voy a tratar de explicarla mínimamente) una sensibilidad relacionada con ideas también muy difusas como, por ejemplo, sofisticación, elegancia, clase (que se usa por lo menos en más de un sentido) etc. No se cuando habrá surgido esta idea de lo inglés en lo referente al cine, pero hay algo seguro: que no se parece en nada al concepto general que se tiene del cine americano, que por lo general cae bajo las acusaciones (también, extremadamente difusas y las cuales no comparto para nada) de, por citar algunos ejemplos; pochoclero, superficial, de vaciado de contenido y de historias, de agente colonizador, de falsedad, etc. Como se puede ver, lo inglés en general no se parece en nada a “lo americano” (o, mejor todavía, “lo yanqui”). No hay quien no haya escuchado o leído comentarios como éstos en relación a películas inglesas o americanas, y seguro que estas ideas pueden rastrearse en el público sin problemas, pero para poder asegurar esto habría que hacer alguna clase de encuesta o investigación para no caer en afirmaciones erróneas; por eso, voy a tratar de limitarme solamente a la crítica de cine. Pienso en la condena que sufrieron películas recientes como 300 o Transformers; detrás de todos los argumentos estaba esa idea ramplona de que, como se trataba de películas americanas industriales y de gran espectáculo, no podía esperarse mucho (hasta Sergio Wolf cayó bajo esta tendencia cuando criticó que el personaje de Optimus Prime tenía los colores de la bandera estadounidense, en un gesto de paranoia imperialista muy poco afín a un crítico de su talla) y había que pegarles duro (y a Transformers sí había pegarle y muy duro, aunque no por esos motivos). Y frente a esto, me asombra que una película mediocre como Muerte en un funeral tenga una acogida crítica muy favorable. Claro, la operación de los críticos en este caso es similar al anterior aunque al revés: la película está bien porque supuestamente responde una tradición cinematográfica valiosa, que es la comedia inglesa. De nuevo, acá entran a jugar generalizaciones para nada definidas que se notan claramente endebles (acá pueden leer la crítica de Fernando López sobre la película).
Toda esta perorata sobre lo inglés viene a cuento de Woody Allen y sus últimas tres películas, que parecen ser fieles exponentes de ese a medias subgénero de películas “británicas”. Ya hablamos de dos elementos que en el viejo cine de Allen eran fundamentales, el jazz y la urbanidad neoyorquina, que las últimas películas trocan por la ópera y las mansiones y barrios de clase alta ingleses. Falta todavía otra cosa, algo que era capital en las antiguas películas del norteamericano: la forma de hablar. Los personajes de Allen (y no sólo los interpretados por él) siempre fueron dueños de acentos, tonos, muletillas y una enorme cantidad de rasgos lingüísticos que los definían y los terminaban de integrar al mundo urbano. Eran personajes particulares, únicos, que no estaban formateados por alguna convención barata como la de “lo inglés”, personajes que podían no ser reales o verosímiles, pero que sí eran irrepetibles fueran del universo Allen (así como lo eran su mirada de Manhattan y Nueva York o sus bandas de sonido). Y más allá de algunos altibajos de los 90 y principios del milenio, sus películas conservaban todavía algo de esa personalidad única del director. En cambio, todo eso se va al diablo cuando sus películas pasan a formar parte de esa categoría ya casi extraterritorial, perteneciente a ningún lugar específico, de la sofisticación británica (porque cualquiera se va a Inglaterra y filma una película así; las películas con tono “inglés” son casi como las películas sudacas de denuncia social, un género también de cierto prestigio en Europa y Estados Unidos, como Amores perros o las películas de Sorín, que terminan no diciendo nada en concreto sobre los países de origen a no ser un conjunto de lugares comunes de conocimiento popular). Esto es lo que hay que subrayar, que un director exitoso, con una larga lista de películas de peso para la historia del cine, decidió dejar de arriesgarse, de contar historias que tuvieran alguna relación con el mundo, y se fue a filmar peliculitas lujosas y recargadas dejando detrás una carrera muy valiosa. Lo peor es que a sus últimas películas (sobre todo a Match Point) parece haberles ido bastante mejor que a otras películas recientes bastante buenas como La maldición del escorpión de Jade; en ese sentido, la jugada de Allen no fue inocente, porque supo y sabe todavía qué darle al público para que sus películas continúen siendo vistas y discutidas.
Y para ir terminando, quiero volver al comienzo del texto y retomar el final de la película. ¿Se acuerdan del anillo de Match Point, y del revuelo que hizo El Amante con eso? Lo que decían en la revista era, básicamente, que Allen ponía dos escenas calcadas con una pelota de tenis y un anillo de casamiento, y que el director buscaba que el espectador conectara estos dos momentos (muy gruesos, donde todo está a la vista) y que tuviera ideas en común en relación al azar, el deporte, la boda de los personajes etc. En pocas palabras, que Allen estaba buscando que el espectador interpretara, como un mecanismo para halagar al público y hacerle sentir que realmente había descubierto algo en la película, cuando todo estaba en la superficie. En general estoy de acuerdo con esta idea, que las películas que proponen “interpretaciones” y segundos sentidos son un poco desagradables (es lo que no me gusta de Kubrick) y en eso la sigo a Sontag, pero en el caso puntual de Match Point tengo un problema: creo que las dos escenas son tan evidentes, que están tan en la superficie de la película, que la interpretación queda anulada, porque todo ya está, efectivamente, conectado. Seguramente es algo para discutir: la sobreexplicación y el trazo grueso, ¿no terminan con la posibilidad de interpretar? Es algo que siempre me gustó, por ejemplo y saliendo del cine, de las novelas de Stephen King: de Carrie, Cementerio de animales, pero sobre todo de Misery, donde todo el tiempo King mantiene en la superficie las ideas y posibles interpretaciones (poco después de ser atrapado y obligado a escribir amenazado de muerte, el personaje de Paul Sheldon dice “yo era como Scherezade”). Sin embargo, en El sueño... Allen sí inserta un momento muy cargado de sentido, de esos que es imposible no empezar a buscarle un significado más allá de la imagen; es el último plano de la película. La forma de contrapesar este exceso de significado es hacer que el plano sea rápido, casi fugaz, lo suficiente como para “dejar pensando” todavía más al espectador, ya no sólo sobre el sentido de ese plano, sino también sobre su fugacidad. Y que todos salgan contentos del cine satisfechos de haber pensado mucho en ese final, y quizás hasta de haber pergeñado ideas sobre los grandes temas que la película propone, todo en ese plano final.
A pesar de las diferencias internas que pueda haber entre Match Point, Scoop y El sueño de Cassandra, se trata de un conjunto de películas que son coherentes como grupo, tanto moral como estéticamente, y que dan cuenta no sólo del momento terminal de un director que supo ser clave en el cine americano durante casi veinte años, sino también de un momento complicado de la taquilla: estas películas (alguna más que otra) cosechan éxitos y amores en gran parte del público y la crítica, cosa que no sólo me lleva a desconfiar de ambos sino también a preguntarme por el sentido de la crítica en el panorama actual.
AVISO
Hola, cómo va. Seguramente habrán notado que hace varios días (más de diez) no actualizo el blog, algo raro si tenemos en cuenta que venía subiendo textos bastante seguido. La cuestión que es que hace algún tiempo que venimos tramando con el amigo Villarino y algunas personas más la idea de empezar un sitio de crítica de cine, que esté dedicado sobre todo a los estrenos pero que también tenga lugar para otras cosas, como discos, libros, cómic, etc. Después de varios días de pruebas y correcciones, y aunque todavía falta pulir varias cosas, ya puedo decir que el sitio está listo para ser visitado. Acá les dejo el link:
www.cinemarama.wordpress.com
Por ahora tengo pensado dedicarme de lleno a este nuevo proyecto, aunque voy a tratar de actualizar de forma esporádica Cine Mifune.
Los esperamos en el nuevo Cinemarama.
Saludos a todos.
www.cinemarama.wordpress.com
Por ahora tengo pensado dedicarme de lleno a este nuevo proyecto, aunque voy a tratar de actualizar de forma esporádica Cine Mifune.
Los esperamos en el nuevo Cinemarama.
Saludos a todos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
15 comentarios:
Es cierto ese recurrente prestigio de "lo inglés" en el cine. Respecto de la película de Oz, se la ha destacado como poseedora de una supuesta sofisticación, adjudicada sin más trámite a la idiosincrasia inglesa. Pienso que tal vez, un cierto espíritu represivo se expresa allí, como si en esa idea de lo inglés se jugara algo del carácter victoriano que tiende a comprimir las emociones y éstas solo pudieran manifestarse en cuentagotas o, cuando la contención se rompe, como un estallido. En Match Point, el juego dialéctico entre la chica americana, impulsiva y vulgar, y el inglés, representante (de algún modo)de lo "civilizado" (sabemos que Allen siempre estuvo enamorado de Europa)está servido de una manera increíblemente torpe y obvia.
Sí, la verdad es que no sé bien por que se da esto, pero hay una tendencia muy común (sobre todo en la crítica, cosa que debería ser tomada en cuenta) a considerar cualquier elemento de factura inglesa o con un cierto aire británico como una marca tanto de estilo como de calidad. No creo que sea algo nuevo, para nada, pero es un lugar común que ya molesta y aburre.
Y sí, más allá de lo torpe, en Match Point el personaje de Scarlett Johnasson venía a reforzar, desde su "americanidad" (¿existirá esa palabra?) toda la parafernalia británica.
El problema es que Allen está demasiado convencido de que esas diferencias puedan servirle para revelar algo de orden universal.
Probablemente eso que decís tenga que ver también con que las tres películas parecieran estar hablando todo el tiempo de "grandes temas", como la ambición, el engaño, el amor, la pasión, la culpa y un largo etc. Estos temas, igual que la diferencia entre los dos países que comentábamos antes, también están tratados de manera bastante gruesa, lo suficiente como para que ningún espectador se quede afuera.
Pero creo que esa fue siempre la ambición de Allen, no? Sólo que ahora ha elegido para hacerlo un tono que le es completamente ajeno. Digamos, es como si ya no fuera capaz de manejar las formas en sus películas, en las que ni siquiera los viejos trucos alcanzaran a insuflarles algo de vida (pienso en los atisbos de la vieja pirotecnia verbal que asoman y se pierden en el vacío en Scoop).
Allen hace tiempo que no es el mismo... lo último rescatable que hizo fue en los 90´.
Por otro lado, no sólo lo que uds denominan como "inglés" posee cierto prestigio en la crítica actual (sobre todo en la argentina); sino también aquello que proviene de Francia o tiene un aire "francés" a cuestas...
La crítica tiende a elevar por los aires todo film francés "importante" (sobre todo aquellos films realizados por ciertos cineastas iniciados en la nouvelle vague o posteriores a la misma).
Y no hablemos de las películas asiáticas revestidas con aire afrancesado, o cineastas Taiwaneses o nipones que gozan de una sobrevaloración, a esta altura, indecente tan sólo por ser obsesivos con el modelo de cine francés... (no voy a dar nombres para hacer la cosa un poco más divertida).
Sayounara!
Villarino, no te metas con Hou Hsiao-hsien, eh!
Jej. Che, y no te metas con Edward Yang, otro taiwanés que tenía (y digo tenía porque murió hace como 1 año) algunos aires nouvellevagueros. Y me declaro un fan inclaudicable de Hou, al menos hasta Three times, película que me gusta poco.
Sí man, eso que comentás de lo francés también está, y también la crítica parece adherir a ese prejuicio bastante fácil. Sin más lejos, la última película de Kim Ki-Duk también tiene una cosa muy francesa pero en un buen sentido; o sea, recupera algo del espíritu urbano y de vagabundeo de la nouvelle vague, toda esa cosa de las charlas en autos, bares, etc. Y ya que estamos en Corea, no hablar de Hong Sang-Soo.
En fin, este tema da para todo un post (y no hablamos de Tsai y de su Qué hora es allí? ni de Kiyoshi Kurosawa).
Bueno ves, pero en Corea pasa algo raro, ya que lo nombrás a Kim: parece que son todos "auteurs" en Corea! Kim no me gusta ni medio, me resulta completamente inexplicable el prestigio que tiene, con esa sordidez impostada, esa "belleza en lo feo", no sé. Hong Sang-Soo me parece un misterio también, me gustó un poco Turning Gate, pero en general me deja frío. Algunos lo comparan con Rohmer pero yo no veo la relación, a no ser una muy lateral.
Volviendo a Hou Hsiao Hsien me gusta todo. Incluso Three Times. Y Le voyage du ballon rouge, que he leído por ahí (Castagna en El Amante, por ejemplo)que es afrancesada y sin fuerza, para mí es casi una obra maestra.
Tsai también me gusta mucho, aunque I don´t want to sleep alone me resultó demasiado lúgubre, como si Tsai estuviera adoptando un tono ajeno... (también adoptó la ópera, como Woody!).
No soporto a Tsai Ming Liang, lo admito. Por lo general, me voy a dormir con sus películas. Pongo un dvd o voy al cine y ya estoy navegando en sueños...
De Hou vi poco y nada, pero tengo miedo que sólo se rescate sus aires franceses y alguna que otra referencia "nouvellevaguera". De más está decir que su preciosismo iniciático en Millenium Mambo parece afanado de cualquier film de Wong Kar Wai (con Doyle como compañero creativo). Donde hay Lumiére...
Parece que cierta crítica (la de los nostálgicos que todavía lloran cuando ven una foto de Truffaut y dicen comprender a Godard únicamente como cineasta -hay necios que reniegan del academicismo e idolatran a Godard, todo un académico/teórico/crítico-) está empeñada en hacernos creer que todos los asiáticos fueron paridos desde una especie de magma "made in europe".
En cuanto a Kim Ki Duk, bueno, lo que hizo con Hierro 3 dudo que vuelva a repetirlo: ya que tanto El Arco como El Tiempo son absolutamente inferiores. De hecho, El tiempo parece un negativo de alguna película de Hiroki Ryuichi. Al menos con El Arco perdía toda vergüenza y autorecreaba, nuevamente, algunos toques zen de aquella Primavera... y Hierro 3.
Y desde lo formal, no puede considerarse a KKD un "Auteur" (sus films son muy irregulares y no comprenden una coherencia visible en lo que respecta a forma). Desde el contenido existen reiteraciones, temas recurrentes, pero no son pocos.
Sayounara!
De Kim lo único que me gusta es su última película, Time, y la primera mitad de Hierro 3. El resto no sólo no me interesa, sino que además me parece horrible, uno de los directores más pedantes y reaccionarios de la modernidad. Nunca entendí porqué la gente y la crítica le da tanta cabida a ese tipo. Hong, en cambio, es otro tema.
Te cuento que mi trabajo final para rendir una materia de la carrera fue sobre Hou, y el trabajo incluía, además de un humilde introducción a su obra y a la modernidad en Oriente, un repaso breve de todas sus películas desde su primera en solitario, Lovable you, hasta Café Lumiere. El trabajo terminó teniendo, al final, poco más de 80 mil caracteres (pensá que la "trilogía" de textos sumaba 15 mil, y ya era bastante aburrida...). Así que sí, Hou es de lo que más me interesa de Oriente en la actualidad junto a tipos como Kurosawa y Tsukamoto, incluso más que Tsai.
Y sí, es verdad, parece que cuando los directores de cine no saben qué carajo hacer de sus películas se vuelcan para el lado de la ópera. "Woodyallenization" le dicen. Esperemos a ver que hace Favio, porque esa va a ser una película que también está andando un camino muy fino. No sé, por un lado le tengo mucha fe y por otro mucho miedo.
Yo en cambio, vi un trailer de Aniceto... Y le tengo un miedo!!!
En Otros cines, Diego Batlle le dio con un caño y se desató una batahola de comments tremenda. Debo decir que no adhiero a la recurrente deificación de Favio que se ve por todos lados... (aunque algunas de sus películas me gustan mucho).
Y eso que la mayoría no vió The Coast Guard de Kim... sino, directamente, no se hablaría más del señor en cuestión (una película extrema y aborrecible).
Saludos!
Todavía no leí lo de Battle, prefiero esperar a después de ver la película. Voy a tratar de verla hoy a la noche.
Y no vi esa, pero me suena haber leído a alguien (probablemente Brodersen, aunque no estoy seguro) pegarle a esa película. Antes hablaste de El arco; ya con esa película alcanza para pegarle de por vida a Kim. Ah, y me olvidé de otra película que no está tan mal de Kim, Bad guy, bastante decente, nada parecida a la obra posterior del coreano.
Publicar un comentario