AVISO

Hola, cómo va. Seguramente habrán notado que hace varios días (más de diez) no actualizo el blog, algo raro si tenemos en cuenta que venía subiendo textos bastante seguido. La cuestión que es que hace algún tiempo que venimos tramando con el amigo Villarino y algunas personas más la idea de empezar un sitio de crítica de cine, que esté dedicado sobre todo a los estrenos pero que también tenga lugar para otras cosas, como discos, libros, cómic, etc. Después de varios días de pruebas y correcciones, y aunque todavía falta pulir varias cosas, ya puedo decir que el sitio está listo para ser visitado. Acá les dejo el link:

www.cinemarama.wordpress.com

Por ahora tengo pensado dedicarme de lleno a este nuevo proyecto, aunque voy a tratar de actualizar de forma esporádica Cine Mifune.

Los esperamos en el nuevo Cinemarama.

Saludos a todos.

jueves, 5 de junio de 2008

El sueño de Cassandra (Cassandra's Dream - Estados Unidos, Inglaterra - 2007)

Resulta que cuando empecé a escribir la crítica sobre El sueño de Cassandra me di cuenta de que tenía muchas ganas de hablar de las dos películas anteriores de Woody Allen, tanto o más que de la última. Una cosa llevó a la otra y para cuando tomé conciencia ya llevaba unos quince mil carácteres escritos. Así que en lugar de recortar groseramente el texto decidí subirlo en tres partes, así no parece tan largo ni tan aburrido de leer. Aunque las apariencias engañan.



Dirección: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Intérpretes: Evan McGregor, Collin Farell, Tom Wilkinson, Peter-Hugo Daly, John Belfield, Clare Higgins, Ashley Madekwe
Música: Philip Glass
Duración: 108 minutos









Primera parte. All that jazz. Me gustan las películas que terminan justo donde tienen que hacerlo, que no se explayan en todo lo que les pasa a los personajes, que dejan algo abierto, que dejan tensado un conflicto sin cerrarlo del todo. Miami Vice termina bien: sabemos qué les pasa a los personajes de Colin Farrel y Gong Li, pero no a los de Jamie Foxx y su pareja, que está internada y muy lastimada (Mann deja ver un gesto, un movimiento de sus dedos, pero eso no quiere decir mucho). También muchas películas del clasicismo estadounidense terminan así: ni bien un conflicto se resuelve, el “the end” aparece sobre la imagen negando cualquier posible epílogo o sobreexplicación por parte del guión. Y las películas de Rejtman también, claro. Aunque no se trata de elogiar porque sí un final rápido, pero sí decir que varias películas pierden mucho interés cuando presentan un final muy largo o explicativo: del primer caso tenemos como ejemplo la tercera parte de El señor de los anillos, que muestra varios minutos seguidos en ralentí ininterrumpido y agobiante. Del segundo caso podemos nombrar a casi cualquier película con vuelta de tuerca, que sobre el final empieza a escupir cual vómito toda la seguidilla de trampas e indicios que dan otro sentido a la historia: Sexto sentido, Seduciendo a un extraño, o cualquier otra película del montón (con o sin Bruce Willis).


Es que un final rápido tampoco es necesariamente un final justo. El sueño de Cassandra termina rápido, pero lo hace de forma entrecortada, a las apuradas y casi de compromiso. Parece como si Woody Allen quisiera acabar cuanto antes con el relato, sacárselo de encima. Es que tanto El sueño... como Match Point y Scoop tiene un aire de película inconclusa, dubitativa, que no sabe hacia dónde va. Hay escenas y planos de estas tres películas que recuerdan por momentos al cine frío y desangelado de Kubrick, sólo que sin el cálculo ni el rigor estético del norteamericano. ¿Será por esto que ciertos elementos del cine anterior de Allen no están en estas películas? Pensemos en el jazz: sus primeras películas no sólo tenían bandas de sonido sobrecargadas de jazz, sino que también las mismas películas eran dueñas de una libertad y una voluntad de riesgo que se acercaba bastante a los postulados (est)éticos del jazz. Basta comparar un mocukmentary genial como Zelig con un mero ejercicio genérico como Scoop: y acá no vale decir “la edad”, sino mírenlo a George Romero. Y tampoco vale decir “filma una vez por año”, porque a la edad de Allen (setenta y tres) John Ford había filmado más de ochenta películas (el doble de las de Allen, y esto contando nada más su etapa sonora). Y siguiendo con la analogía muy pertinente del jazz: si Zelig o Bananas son bebops; por su tono de frescura, actualidad, de espíritu de época y de libertad rabiosamente obstinada, y si algunas de sus películas de finales de los ochenta y noventa muy rescatables como Maridos y esposas o Crimen y castigo se parecen más al swing de los 30’; por su economía narrativa, cierto reposo estético, una elegancia propia de quien es consciente de sus limitaciones y una apuesta cada vez más fuerte a lo seguro en detrimento de la experimentación y el riesgo, entonces las recientes Match Point, Scoop y El sueño... ¿qué mierda serán?

La respuesta a este interrogante y muchos más, en la segunda parte.

2 comentarios:

Ezequiel Villarino dijo...

Recuerdo el plano final, tremendamente discutible, de The Departed: Marty, con el tiempo, parece haber cambiado, aunque no tanto como Allen (el plano de la rata conforma un epílogo metafórico innecesario).
Mann: Collateral, Heat y Miami Vice culminan donde deben (nada más justo).
El reciente Burton: nadie podría decir que Sweeney Todd carece de un justo desenlace.
Sayounara Tomodachi!

El Criticon dijo...

Tampoco me gusta mucho el final de The Departed, aunque no creo que sea tan grosero como el anillo y la pelota de Match Point. Y sí, el final de Sweeney Todd está muy bien. También el de Leonera, uno de los mejores finales del año.

saludos.